jueves, 18 de octubre de 2007

IN MEMORIAM A RICARDO ANDRÉS


RICARDO MURIÓ ESE DÍA

Si son de los años 70 ,se deben acordar de la canción de Ana Y Jaime ,Ricardo murió ese día. Ricardo era mi hermano menor,el cual era muy admirado por un sin numero de personas entre esas múltiples mujeres que le rendían pleitesía por su forma de ser y su físico. Conocía a la mitad de las mujeres de Medellín y la otra mitad lo conocía a él.

Dicharachero, parrandero y mujeriego, en fin un Don Juan, a todas las quería y a todas les daba su aporte. Ricardo murió en su ley ,en el parque Lleras, que era su oficina después de las seis de la tarde. Estaba a punto de pasar a enlazar lazos con su tercera mujer y ya completaba como dos semanas de salir con ella. Ese día, yo me encontraba en el sector del estadio haciendo una visita de obligación. Eran las diez de la noche y me dio por arrancar para mi casa, cosa muy rara en mí ya que, generalmente, lo hago después la media noche.

Llegue a la casa y al rato llamo la mamá de Clarita preguntando por su hija y mi hermano. No sé señora, le contesté, salió hace rato. Ella me replicó, ay Juan, acabaron de poner una bomba en el lleras y él iba para a allá con ella. A los pocos minutos comenzaron a llamar mis demás hermanos preguntando por él, no tenía ni idea de dónde andaba. En esas llamé a una amiga de la Defensa Civil y l e pedí el favor que verificara el listado de muertos. Al poco rato me llamo y me dijo, Juan Diego, su hermano fue el primero que murió y su cuerpo está en la clínica las vegas. Llamé a mis hermanos y me dirigí a dicho sitio para comprobar que efectivamente estaba muerto.

He asistido a muchos entierros, pero jamás había visto tanta gente en uno. Las plañideras circulaban por doquier, los compañeros de trabajo del EXITO ni se diga. En fin, lo lloró medio Medellín. Se marchó para siempre un Don Juan de primera categoría y un hermano al cual no pude tratar mucho por nuestras encontradas diferencias. Que Dios lo tenga en su gloria. Y que sea éste un pequeño homenaje mío a su eterna memoria.

La muerte:
Aquí voy contigo, te serviré de compañera…

Ricardo:
Y contigo… ¿a donde voy?… (Su rostro todo se contrae en un rictus de angustia)

La muerte:
Al país del ensueño

Ricardo:
¡Mentira!... Bien lejos de tus dominios está el país del ensueño… ¡Déjame!... Déjame luchar solo…vencer solo…
La risa de la muerte es una risa sarcástica que, a dúo con la música, se pierde en la noche.

La muerte:
Seré guía de tus pasos.

Ricardo:
¡No! ¡no!... Si siempre van contigo la desolación y la ruina!... Y tú misma eres ruina y desolación!... No desvíes mi camino, te lo ruego. Soy un hombre que se alimenta de ilusiones, y mis alforjas de peregrino están repletas de ideales!... Déjame!... Sigue…

La muerte:
El sol ya cae… te perderías

Ricardo:
El sol de mi destino brilla aún más radiante aquí dentro del alma!...
Él guió siempre mis pasos y alumbró mis senderos… Él…
El lleras se torna luminoso, es una diafanidad que deslumbra, las hojas se animan al sonido de músicas lejanas. Como llamando a Ricardo, cuatro amigas se agitan allá a lo lejos en la penumbra del paisaje…
¿Lo ves?... Me llaman… (Irradian los ojos de Ricardo con un fulgor extraño, y sus pasos quieren dirigirse hacia dond , como en un vértigo, siguen agitándose las manos.) Venid… Venid…

La muerte:
Ya no es tiempo, tu sol cayo al ocaso… Fue un vuelo rápido, más que el de la zaeta que hiere los aires. Volvió el cielo a ennegrecerse y a gemir el viento… Y allá, tras la montaña lejana, por el camino que lleva al sol, se fueron las dos sombras, la de Ricardo y la de la muerte, volando…volando.





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