viernes, 14 de mayo de 2010

AMPITA

Corrían los años 60s y en nuestra casa de Prado, como ya lo dije anteriormente solía estar llena de personajes de toda índole. Entre ellos estaba la Señorita Amparo Álvarez, quien era como una tía para nosotros. Menudita y bajita, tanto que arriesgaba a que una fuerte brisa se la llevara. Amiga de siempre de mi madre y trabajadora social de la Fabrica de tejidos el Hato, mas tarde Fabricato. Era común en las tardes su llegada a nuestra casa en un Renault Dofine blanco, como modelo 1961 si mal no estoy. Muchas veces nos invitada a todos al Gelatto Patty, en esa época un conocido y famoso negocio de helados italianos que quedaba en la Playa con el Palo. En los Diciembre no faltaba el aguinaldo de Ampita para todos y cada uno de nosotros y las invitaciones a la finca de sus padres en la Ceja, sector del Tambo, donde degustábamos de deliciosas comidas con Doña Carola su madre y Don Alberto Álvarez su padre, comerciante muy conocido en Medellín en aquel entonces. Su madre Doña Carola, tenia una vos muy estridente y cuando llegábamos emitía unos gritos llamando a su hija para anunciar nuestra llegada. Recuerdo que mas de una ves fue motivo de gozo el arremedar a Doña Carola delante de mis hermanos. No todo fue motivo de gozo en aquella finca, pues un ves invite a Ana Alicia, mi hermana menor a montarse de parrillera en una bicicleta clásica Monark que había en la finca, con tan mala suerte que metió los pies en los radios de la rueda y los alaridos y quejas no tardaron en oírse . Claro esta, culpa de Juan Diego.

Fueron pasando los años y fuimos creciendo , Doña Carola y Don Alberto se fueron, Ampita le dio tiroides y sus hermanos fueron muriendo también. Se fue alejando cada ves de la casa, fuimos madurando y rompiendo lazos, hasta que un día nos llego la triste noticia de la muerte de Ampita, ya muy viejita, no la volvía ver y no se como fueron sus últimos días, dado que mi madre ya había muerto, lo que si se, es que fue una hermana para mi madre y una tía mas para todos nosotros.