Cuando quiero recordar a José Luis, tengo que situarme en los alrededores de Bosa, después de una larga caminata, tendido con otros camaradas en el potrero donde hemos pasado el día en ejercicios y tiros de combate; lo veo, entonces, paseando por entre los rendidos cadetes y condiscípulos suyos, su larga figura mal vestida, pues le sobraban de talle todas las blusas y le sobraban siempre nalgas. Era espigado como el sable del Alférez que arrastraba colgando de dos tiros, en pos de su silueta de Quijote, mientras iba exponiendo como antiguo filosofo teorías un poco escépticas, y un tanto poéticas a lo Cyrano. También lo recuerdo en clase de matemáticas que dictaba el doctor Aníbal Brito, demasiado rígido para con los traviesos estudiantes: He allí a José Luis, con Santiago Páez, con Alfonso Tobón, que también tenia ribetes de vate, con Otoniel Navas, Manuel García Prado, Carlos Ignacio Restrepo, hijo del entonces presidente y primo suyo, con Javier Tobar, hoy comandante y Jorge Quintero Peña, muerto trágicamente en unos ejercicio de caballería; con Agustín Carbajal y Juan De Dios Garzón, cojo desde un porrazo en el picadero ( José Luis era miedoso en clases de equitación); con Hernando y Tiberio Reyes y Ernesto Convers, y tantos otros compañeros que la vida disperso y la muerte se ha ido encargando de borrar de la lista. Ya en ese tiempo José Luis hacia versos; no recuerdo ninguno, pero supongo que eran malos, pues gastaba parte de las horas de estudio para hacerlos. Como era muy alto , servía el puesto de portero en los juegos de football, al lado de un simpático muchacho Ecuatoriano, a quien asesinaron no hace mucho en una revuelta en Quito. La afición a este deporte perduro siempre en José Luis, y testimonio de ella es el Club Medellín, el primero de su genero que se fundo en 1913 en la ciudad de Medellín. En los recreos, solía sentarse a horcajadas en la barrera del picadero, y con su gracia especialísima para contar chistes de la montaña, mantenía en torno suyo nutridos grupos de oyentes. Era de verse a este paisano empeñado en enseñar a su caballo a beber cerveza, pese a los resoplidos del bruto. Nuestra común afición a la literatura se alió para sacar a la luz un periódico de crónica y chismes estudiantiles, cuya parte caligráfica corría a mi cargo, y cuyo único ejemplar, leía en el casino, parado sobre un asiento. Llamábamos Chispas al tal pasquín, en memoria de un superior que mereció de los cadetes este mote, por la facilidad con que se salía de casillas. Esta fue nuestra vida, y este nuestro mundo durante aquellos años, en que marchábamos a toda hora de brazo con la quimera.
¡Hombre, José Luis ¡ - como decía el mismo en simpático lenguaje antioqueño; quien había de pensar que andando el tiempo serias uno de los mas agiles cuentistas nacionales y dramaturgo de fuerza de inspiración, ni que ibas, a quedar a medio camino, cuando apenas con 32 años a cuestas, comenzabas a vivir tu vida de hombre maduro !
En 1913, 1917, 1918, 1925, mas de seis veces triunfo José Luis con sus cuentos y comedias, en torneos de literatura nacional; La Llama, su ultima producción, que tiene aun fresca la tinta, obtuvo el primer premio en una justa a que concurrieron escritores de toda Colombia. En el prologo de sus cuentos dice: “He vertido mi alma, sincera y ruda como es y como quiere ser siempre”; en una carta me decía no hace mucho: “ No he podido dejar de ser brusco” y sinenbargo todos sus cuentos son delicadísimos, suaves, dulces, como era su espíritu benévolo de gran señor.
Se había casado en Medellín en Mayo de1920 Con Sofía Londoño y tenia dos hijos; a la sombra de su comercio (La droguería de su padre Nicanor Restrepo), iba cultivando su noble afición a la literatura; “Por libertarme de la coyunda prosaica y positivista para la que naci”- me escribió hará un año - Escribió cuentos, crónicas de arte y algo de critica. De estos escarceos han nacido cuentos de juventud, una novela corta; símbolo, Malditas Lenguas, y un libro que se llamara Prosas Viriles; tengo treinta del ala, sufro un tanto del hígado, y aun no he perdido las ilusiones y el amor, platónico, se entiende, por la chicas hermosas.
Y ahora, con todas esas ilusiones que supo cultivar cuidadosamente, y entre las cuales fue la mas grande sorprender el despertar del alma ante los ojos de sus dos pequeños; con un hombre envidiable en las letras, con todo un porvenir, risueño como las montañas de su heredad, ante los ojos, cierra estos a todo lo exterior, como el héroe de su cuento laureado “ Madre Patria”, y lo que pasa fuera de su cerebro se esfuma blandamente; parece que contrariara la vida de terminar, concentrase toda en el ultimo asilo que la guadaña implacable déjale libre. Ya llega, ya sienten sus nervios el abrazo estrecho y largo.
Lastima de mozo! Bien nacido, bien dotado, de alma abierta y noble, con esa nobleza que da la superioridad intelectual.
En los tiempos de la escuela militar solíamos ir cantando en las fatigantes marchas una triste cantiga, cuyas palabras sencillísimas adquieren desmesurada importancia, si se recuerdan cuando uno de estos amigos de la juventud se queda en el camino; ¡ cuanto dolor encierra la forma pretérita de esa canción! José Luis Restrepo : “ Yo tenia un compañero”
¡ Hombre, José Luis !
DANIEL SAMPER ORTEGA
