domingo, 13 de septiembre de 2009

GUSTAVO VELEZ EN LO PERSONAL


En la piel de Ana Mercedes Calixto se quedó para siempre

MUCHO MÁS QUE una relación de trabajo unió al padre Gustavo Vélez Vásquez con la directora de EL COLOMBIANO, Ana Mercedes Gómez Martínez. Su encuentro fue de vida, de compartir muchos instantes, de él ser su guía, una luz en las dificultades.


Gustavo Ospina Zapata - Medellín | Publicado el 13 de septiembre de 2009

Fue tan grande el afecto que unió al padre Gustavo Vélez Vásquez con Ana Mercedes Gómez Martínez, que ella confiesa muy tranquila que el religioso fue la única persona que penetró la más secreta de las rendijas de su vida, la que en sicología llaman "ventanita de Yohai".

Ana Mercedes, directora de este periódico, lo expresa con la mirada inundada de ternura. El recuerdo de los bellos momentos que compartió y vivió con el que fue su gran amigo la inunda de paz, pero en sus ojos siguen intactas las huellas de la tristeza por su muerte.

-Es la persona que más sabe de mí, al que le abrí ese pedacito de vida que uno guarda como secreto y que no comparte con nadie, el Padre Gustavo incluso llegó hasta ese lugar tan recóndito-, afirma Ana Mercedes un día después de que el Padre Calixto fuera sepultado en Jardines Montesacro.

Ella y Beatriz Restrepo de Echavarría -la que fuera su maestra en el colegio El Sagrado Corazón-, junto al Padre Gustavo Vélez, formaron un triángulo de amor, lealtad y amistad que se conservó a través de los tiempos, por más de 30 años.

Juntos crearon la columna Tejas Arriba en tiempos en los que la Iglesia no salía de su ortodoxia y el mensaje del Evangelio y las Sagradas Escrituras aún se hacían inalcanzables para la mayoría.

Cuenta Ana Mercedes que al principio los textos salían algo pesados, que ella le decía que cambiara el lenguaje, "que así no lo iban a entender" y que incluso le llegó a decir mañé al título de la columna, pero que el Padre la desarmó con una reflexión muy sencilla:

-Nos dijo: es que abajo del techo estamos todos, pero arriba están las cosas de Dios que es de lo que yo les voy a hablar-.

En ese triángulo que fue de afectos más que de trabajo, según siento, Beatriz Restrepo, quien murió hace doce años, fue el vehículo que sirvió para que Ana Mercedes y el Padre se conocieran. Beatriz logró una gran amistad con Ana y a inicios de los 70 se hizo un congreso de ex alumnas del Sagrado Corazón en Medellín, evento al cual llegó el sacerdote, y desde ese día sus vidas quedaron conectadas, recuerda Ana Mercedes.

Y fue un encuentro tan vital, con tantas coincidencias en los sentimientos y en la manera de ver el mundo y las cosas de la sociedad, que ya nunca más se separaron.

-Muchas cosas sé que nos quedaron pendientes, pero siento que él todavía está-, apunta Ana Mercedes, que no dejará morir el legado del Padre Gustavo, pues sus columnas se repetirán cada domingo en este diario, "porque son universales y no pierden vigencia en el tiempo", añade.

Otros recuerdos, otra gente
María Mercedes Echavarría y su hermana Ana Alicia, hijas de Beatriz, también recuerdan muchas historias del sacerdote con su madre. Muchas visitas a su casa, muchos apuntes del padre. Pero sobre todo, la sabiduría del religioso que supo acercárseles con familiaridad de amigo antes que de confesor.

-Es que él perdonaba, no juzgaba, uno sentía que lo acompañaba-, recuerda Ana Alicia.

-Sus misas eran distintas, eran como un diálogo-, afirma María Mercedes Echavarría, que rememora la vez que el Padre, de una forma muy particular, le sacó un espanto de su apartamento.

-Uno de mis perros se levantaba a medianoche a ladrar y ladrar y yo sentía que veía un espíritu y entonces invité al Padre a que me bendijera la casa y sacara ese espanto. Él fue y se rió, me dijo que lo que el perro veía era a él mismo en un vidrio de la puerta, que no era ningún espíritu-.

David, un hijo de Ana Mercedes, siente que con el Padre Gustavo él pudo acercarse mucho más a la Iglesia, porque sabía conectarse con la juventud.

-Él transmitía algo diferente, uno le podía plantear cualquier cosa y nunca lo regañaba, mientras mucha parte de la Iglesia iba para atrás, el padre era para adelante. Los jóvenes éramos capaces de sentarnos a hablar con él-.

Cuando uno ama mucho a otro, pero este va, algo queda en la piel. El Padre Calixto, no hay duda, se quedó en la piel de Ana Mercedes y mucho más adentro: en su corazón, en su alma, en sus recuerdos, pero sobre todo en sus compromisos con la vida.

Ella, uno lo nota, sintió la muerte de Calixto como un golpe, pero poco a poco ha ido asumiendo que su amigo fue llamado por Dios luego de cumplir su ciclo.

Entonces, también ha ido aclarando en su mente que tiene un amigo mayor, el que está junto a Dios guiándola, dándole consuelo en las dificultades o listo a compartir sus alegrías. El amigo del alma ahí está, por siempre. En su silencio, ella lo está sintiendo.

Contexto


"Papis" marcaron una pauta

Otro de los recuerdos que tiene Ana Mercedes de su trabajo con Beatriz Restrepo y el Padre Calixto son los llamados "Papis", nombre que acuñaron para citar una página dedicada al hogar que tuvieron a finales del los 70, cuando Ana Mercedes sintió que EL COLOMBIANO necesitaba un espacio así.

Se llamaban los papis porque la columna era un diálogo familiar que partía de preguntas que los padres y los hijos se hacían entre sí. Estos diálogos también los firmaba Calixto. El título era una pregunta y marcaron un hito para el nacimiento de las páginas En familia que se conocen hoy día en los medios.

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