martes, 5 de febrero de 2008

VIAJES

VIAJES

En nuestra infancia hacíamos muchos viajes a la costa y a Monteria,pues resulta que mi padre tenia un amigo y compañero de trabajo, llamado Jairo García quien era gerente de Coltabaco en Monteria. Uno de dichos viajes fue en avión estando yo muy pequeño, pero no vallan a creer que eran súper aviones, no todo lo contrario, eran ataúdes volantes,sobrantes de la segunda guerra mundial, conocidos como DC 3 o tetramotores. Llegamos al campo de aviación Olaya Herrera muy temprano en la mañana hacer una larga fila para abordar dichos vejestorios y empezaba mi angustia al ver que la hora de decolaje se acercaba.Pasajeros con destino Monteria,favor abordar el HK tal,y hágale a temblar haciendo el recorrido del hangar a la pista.Al lado de los dos grandes motores se paraban dos fulanos con extintores montados en ruedas para apagar la llamarada que despedían los motores al ser encendidos.Se podrán imaginar el susto de un niño mirando por la ventanilla semejante espectáculo.
Para colmo de males eran aviones que al abordarlos quedaba uno sentado inclinado en una banca larga como de iglesia, hasta que el avión despegara, ya que eran aviones de patín de cola. Al despegar después de semejantes peripecias nos tocaba aguantarnos un ruido infernal de los motores pues estos no eran aislados y el olor a combustible era muy penetrante. Ni cinturones ni nada parecido tenían ,como a las dos horas de sufrimiento extremo nos informaban que llegaríamos a Monteria, yo trataba de observar alguna pista pero solo se veía un tierrero inmenso donde se posaba el DC 3.En fin ya en tierra me destensionaba un ratico mientras me preparaba para la segunda etapa a la finca.
Al otro día abordábamos un jepeta Willis o algo así, que eran como las burbujas de hoy en día pero modelos 54. Las carreteras ni para que se las describo si el campo de aviación era un tierrero imagínense las trochas, con ese calor y saliendo de un pantanero para otro y a cada instante parecía que nos fuéramos a volcar. Cuando no era que se atravesaba una gran culebra en nuestro camino, a lo cual se bajaban dos peones armados de machete en mano para matarla y continuar nuestro recorrido. Al fin después de muchos tropiezos llegábamos a las haciendas para pasar la noches acompañados por gran cantidad de mosquitos, murciélagos y todo tipo de insectos rastreros como arañas y alacranes. Al despertar nos esperaba un frugal desayuno acompañado de la infaltable Cola Roman exquisita y claro no podían faltar las criadillas con huevos revueltos. El resto era montar a caballo todo el día y bañarse en lagunas de un material café que si mal no estoy le decían carulla. Luego al final de la tarde llegaba la cacería de batracios e iguanas,las cuales sometía a todo tipo de deserciones y operaciones en los ojos pues siempre me intrigaba su funcionamiento.

La Costa

Camioneta o Pick Up Ford modelo 1966, que lancha, doble cabina en fin ultimo modelo listo para arrancar a la costa, Cartagena con la infaltable escala en Monteria .Llenábamos el volcó con colchones de algodón y hágale, Matasanos arriba que no era pavimentada sino concretada o sea de concreto, los brincos eran inmamables pero era paseo. Luego hacíamos la típica parada en Yarumal en el restaurante de la Nena,que tenia un salón rojo donde estaban las fotos de todos los ex presidentes liberales. A continuación desfilaban ante nuestros ojos las mas esquisitas arepas acabadas de hacer acompañadas de mantequilla choreando y queso. Al seguir el viaje de ventanas abajo empezaba Cristo a padecer pues la carretera desde ese punto era destapada,bajábamos la carpa y siga hasta Caucasia donde llegábamos como cucarachas de panadería y con un sin numero de olores a vomito, peos y polvo. Mi madre sacaba una gran fiambrera blanca y empezaba la repartición de emparedados y gaseosas para luego seguir a Saagun donde comíamos la famosas rosquitas. Al fin después de muchas horas llegábamos a Monteria y nos quedábamos en un finca cerca llamada Mocari,donde después de muchas horas de sacrificio y polvo podíamos gozar de un baño en agua dulce y una refrescante Cola Roman. El paseo debía continuar a Cartagena al otro día, pero mi espíritu finquero y la pesadilla de diez horas mas me hicieron cambiar de opinión y fui el único de mis hermanos que se quedo en Monteria en la finca de otro amigo de mi padre llamado el Mono López, político de la zona donde disfrute mucho montando a caballo y en hamacas,diez días a mi antojo.

CANAIMA

Era la finca de los Caney y quedaba en Ayapel, en una semana santa mi padre organizo un paseo para esta con unos amigos, entre ellos el señor Bairon Caney e Ivan Restrepo Lince, todos muy aficionados a la cacería de tórtolas y patos. El recorrido creo que lo describí muy bien anteriormente, el caso fue que llegamos a la finca en semana santa. Nos sentamos con mi hermano José Luis a hablar con los vaqueros en un corredor al final de la tarde, comenzaron los cuentos de espantos y brujas acompañados por narraciones de toda índole, mientras tanto la tarde caía y la noche ya llegaba y así llegaba mi miedo. Uno de los cuentos que mas recuerdo decía que ese día,o sea Viernes santo en todas las haciendas de la zona aparecía el diablo y además nos advertían que en semana santa no se podía salir de cacería. Pues preciso, nos acostamos y como a la una de la madrugada me agarra una sed la berraca y había que atravesar un patio de piedra para llegar a la cocina,el cual procedí a cruzar para calmar mi sed. Al regresar a la pieza vi un reflejo verde en el patio,y un a vos que decía : CUIDADOOOOO, no dude en lanzar al aire el vaso de agua y el grito mas grande que creo que he dado en mi vida, que sin duda desperto a todos los habitantes de las haciendas, entre ellos al señor Caney que salió en interiores preguntando que pasaba. Esa noche no dormí para nada esperando el regreso del diablo.
Al otro día mas calmado y regañado por todo el mundo, me aliste con las armas para salir de cacería con los amigos de mi padre, me eche al cinto una pistola Bereta Italiana que era mi preferida y me la prestaba el señor Restrepo para luego salir con la jauría de perros y vaqueros en busca de las presas. Nos metimos en la maleza y empezaron a cazar patos y todo lo que se moviera. Estabamos distribuidos en dos grupos,y cuando menos pensamos sonó un disparo de la escopeta Aya de mi padre que fue respondido por un grito de Bairon: Ernesto me diste, me mataste, me mataste. Llego hasta donde nos encontrábamos con la cara ensangrentada totalmente y efectivamente ,había sido blanco de mi padre quien no lo vio al disparar. Afortunadamente fue mas el escándalo pues solo unos pocos perdigones le dieron y no paso a mayores.
Moraleja : No salgas de cacería en semana santa .
Podría seguir con una infinidad de paseos mas como a Roldanillo Valle ,otros a la costa o en tren a la quiebra pero creo que me volvería un poco cansón.
Estos pues eran los paseos de aquellas épocas cuando se podía salir a cualquier parte con toda la tranquilidad y libertad, mas no comodidad

No hay comentarios: